La joven del agua

El amor no entiende de vida y de muerte. Sólo conoce cómo amar.

 

La primera vez que vi a la pequeña Sara salir sonriendo del coche que alocadamente conducía su madre, no tenía ni la menor idea de lo que iba a ocurrir. Pensaba que era una niña feliz que haría cosas que hacen las adolescentes normales: tocar las narices y hacer sufrir a sus padres. Fue una fracción de segundo lo que hizo que cambiara de opinión: la aparición de Lucas junto a su descapotable rojo. Ese encuentro instantáneo sacando la maleta de la parte trasera del Opel Kadet significó un antes y un después en mi vida. Un rayo de luz que creí imaginar pero que con cada segundo que pasaba se hacía más y más intenso. Mi corazón no se equivocaba. Supo que entre los escasos 15 años Sara y los poco más de 30 de Lucas se iba a fraguar la mejor historia de amor que verían mis ojos. La más bonita y especial. Un romance que iba a traspasar cualquier frontera imaginable de la razón, cualquier barrera infranqueable que le pusieran por delante. ¿Y que mayor frontera que la muerte? ¿O que la vida?

 

De aquí a la eternidad. ¿Os suena? Hace unos meses decidí hacer un "collage" con dos fotos que personalmente me encantan, lo veréis en la barra lateral del blog. "De aquí", muestra la primera escena temporal entre Lucas y Sara. Ella no debe tener más de 5 años y él es un novato que ni ha superado la academia. Él la sujeta con ternura entre sus brazos mientras habla con Tomás. Es la primera hoja de nuestro album de recuerdos. "A la eternidad", forma parte de mi imaginación porque realmente no ha ocurrido en la serie. Se trata de la boda ficticia que montó Buenafuente entre Lucas y Sara (Hugo y Michelle) y donde incluso hay anillo, cura y sí quieros. Aunque sea un fraude me encanta, no lo puedo evitar, porque simboliza muchísimo para mí. Es un "para siempre" y por eso debía dedicarle un puesto de honor en mi blog. Sí, para siempre, de aquí a la eternidad, desde que nacimos hasta la eternidad, que no la muerte. ¿O acaso alguien piensa que la muerte es el fin? No para nuestros amantes. Para ellos es casi el principio. Su vínculo es tan fuerte, tan intenso, que es en las puertas de la muerte cuando están más unidos que nunca. Y con eso se nace, con esa conexión de espíritus, con esa entrega... Porque son almas gemelas, sí, nacieron para estar uno al lado del otro, para amarse. Da igual que sea el amigo de su padre, da igual que sea la hija de su mejor amigo, no importa que sea su ex sobrina, ni que él sea su ex tío... ¿Qué más da si cuando se les escapa el último suspiro de vida lo único que pueden ver es el uno al otro? ¿Qué mas da? Aquí no se fabrican recuerdos, tampoco sueños... porque su amor estaba escrito antes que su propia existencia, antes que la existencia de todos los que le rodean. Su amor es y será para SIEMPRE.

 

El amor no entiende de años, ni de tiempos, ni de segundos. Sólo sabe existir, no cómo morir. Somos nosotros quienes lo matamos. Pero no muerte por sí solo, al contrario, vive y se regenera a través de las cosas más pequeñas e insignificantes. Y cuando las almas gemelas están separadas el amor se busca la vida por su cuenta para hacer que éstas se unan. No importa los kilómetros que los separen porque en los sueños no existen las distancias. Ni rencores. Ni odio. Ni temor. La verdad está en los sueños. Y Sara ya no puede mentir a nadie. No puede limitar su existencia a un ticket de gofres, a una rosa marchita o el aterciopelado tacto de una mesa de billar. No cuando todo su ser desea a Lucas con todas sus fuerzas. TODO su ser. Su sexo, su voz, su vientre, su aliento... Todo. Desea a Lucas, lo ama sobre todas las cosas, lo ve como el padre de sus hijos y como aquel sin el que no puede vivir. Han hecho falta cuatro sueños para que se diera cuenta, ella y todos nosotros que este amor nos supera a todos, a todos sin excepción, y que llegará el día en que todo esto acabe y veamos como esas dos almas marchan juntas hasta la eternidad. Cogidas de la mano, unidas para siempre.