20 de noviembre de 2007

Sal dulce (II)

Lucas, ¿dónde estás?, Lucas, Lucas...

Las piernas me tiemblan bajo lo que mi piel me dice que es una manta. Apenas puedo respirar. Tampoco abrir los ojos. Me asfixio. Cuando la negrura de mi ceguera se vuelve más profunda y temo perderme en ella siento como el aire entra en mis pulmones a través de una mascarilla. "Respira Sara, respira por favor..." La voz de Aitor resuena en mi cabeza pero, ¿Aitor? ¿Qué hace él en mi playa? Ese lugar no era Asturias ni era él quien me besaba en la orilla de la playa... "Lucas, ¿dónde estás?". Presa del pánico intento abrir los ojos. Mi esfuerzo es en vano. El oxígeno helado entra en mis pulmones a grandes ráfagas mientras intento vencer el sueño que me duerme a la fuerza. "Quiero despertar, quiero despertar, ¡quiero despertar!".

La luz comienza a filtrarse a través de mis párpados pero apenas puedo distinguir lo que veo. Tres bultos están frente a mi... tres personas a las que aún no puedo identificar. Oigo a Aitor que no cesa de repetirme que despierte, "lo intento!" quiero gritarle pero la mascarilla me impide articular palabra. Poco a poco las tinieblas se disipan y miro a mi alrededor. Aitor, Mariano y ¿mamá?. "¡Mamá!" exclamo incorporándome de la camilla poco a poco y echándome a sus brazos. Ella apenas puede hablar. "Hija mía, hija mía..." oigo en susurros. Cierro los ojos para evitar la náusea que sube por mi garganta ante el gesto brusco de levantarme. Mariano nos mira con ternura dibujando esa media sonrisa que tanto me gusta. Sin embargo, un brillo extraño en sus ojos me dice que algo no va bien. Me separo de mi madre y les observo pero ambos bajan la mirada. ¿Qué irá mal? El miedo ahoga las preguntas en mi garganta.



Observo brevemente a Aitor que con rostro serio, diría que dolido, se aleja de nosotros hacia los sanitarios que se ocupan de los heridos. Veo a papá sentado en las escaleras de la comisaria con otra de esas mascarillas sobre su boca. Entonces lo recuerdo. Pistolas, sangre... el cuerpo de Escobar tirado en el suelo como una muñeca rota... Lucas descendiendo la escalera, su abrazo, mis lágrimas. Su cuerpo avanzando hacia mí, como en esa playa. Rememoro el olor de su piel y sus manos en mi cuerpo. Después, todo oscuridad y... y... nuestra playa. "Estoy bien mamá, de verdad, no ha sido nada, ve con papá", admito con media sonrisa intentando calmarlos.
Quiero estar sola, logro callar. Ambos se alejan y sentada en la camilla obligo a mis ojos débiles que busquen a mi alrededor. Lucas, Lucas, ¿dónde estás? Las lágrimas comienzan a brotar por mis mejillas. El pánico me asfixia. "Hola princesa" escucho a mi espalda. Giro lentamente la cabeza y me retiro la mascarilla de la boca para poder ver mejor. Ahí está, tal y como lo recordaba. Su mirada me provoca una sonrisa de complicidad que Lucas me devuelve al instante.
"Lucas..." susurro. Su amado cuerpo se acerca lentamente hacia mí, como ocurrió en mi sueño, en nuestra playa perdida.

CONTINUARÁ...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada parte mejor que la anterior. Es un gustazo poder leerte, espero que haya muchas partes más. Me encanta de verdad.
Un beso.

Cintia Fernández dijo...

Ai, pero qué bonito. Y encima todo encaja, con las imágenes esas del avance... uf uf, a ver si pasa algo así, que nos lo merecemos!!!!

Sigue así, guapa!

Lestat dijo...

me ha encantado. tengo ya muchisimas ganas de leer el proximo. muchas gracias por darnos ilusión y ojala esto es lo que acabe sucediendo.

Siempre mirando al cielo

Siempre mirando al cielo
Mylo

Todas las gotitas que mantienen viva mi esperanza...