Acababa de cumplir 18 años y mi madre tuvo la gran idea de regalarme un par de calzoncillos y calcetines para estrenarlos en mi primer día de Academia.
- Tienes que estar presentable hijo... Vas a vestirte y desvestirte delante de tus compañeros y no quiero que piensen que los Fernández son unos muertos de hambre además de cochinos. A tu padre no le gustaría.
- Lo sé mamá...
Me esforcé en mostrarle la mejor de mis sonrisas y me dirijí a la ducha. Quería estar de punta en blanco para la presentación. Apenas podía mantener quieta la mano que sujetaba la cuchilla de afeitar así que estrené mi nuevo traje de policía con algún que otro corte en la cara. Alguien golpeó la puerta. Me acerqué y desbloqueé el cerrojo. Mi padre apareció con una gran sonrisa.
- Hoy es un gran día hijo, supongo que estarás preparado para enfrentarte a lo que te espera.
Ahí estaba mi padre, el gran Inspector Fernández, uno de los mejores policías que existía en el Cuerpo. Él era mi ejemplo a seguir.
- Sí papá, lo estoy.
Él asintió con la cabeza y me abrazó con fuerza.
- Estoy muy orgulloso de tí Lucas. Serás un gran policía.
No pude articular palabra. Me quedé quieto mientras él me estrechaba entre sus brazos y escuchaba su voz quebrada por la emoción.
- Mucha suerte hijo.
Salió del cuarto de baño y los nervios volvieron a vencerme. Mariano, Paco, Papá... todos ellos eran policías de verdad y yo aún no había empezado la Academia... Me moría de ganas de empuñar una Magnum e ir a por los malos. Ser policía era lo mejor que podía hacer en la vida.
Cogí mi petate y me despedí de mi madre con un beso.
- Estás guapísimo con ese traje Lucas... Hasta me emociono sólo de verte así... Ay... me recuerda a tu padre cuando le conocí.
Esbocé una sonrisa cómplice, cogí el casco de la moto y me dirigí hacia la puerta.
- Adiós mamá.
Al cerrar tras de mi pude escuchar como sonaba el teléfono de mi casa y la suave voz de mi madre al auricular.
- ¿Diga? Sí, hola Paco, no, ha salido hace un rato hacia la Comisaria... sí.... Lucas? sí, es su primer día... Ay, no me digas, qué alegría!... cuándo?...
Su voz se fue apagando a medida que bajaba los escalones hacia el portal. Mi mente estaba enfrascada en todos y cada uno de los detalles de las clases que me esperaban. Estaba muerto de miedo.
Conduje lentamente y aparqué la moto frente a la puerta de la Academia. La primera clase era sobre Ética policial, la segunda, clase de tiro. Me fume un pitillo en la escalera mientras observaba al resto de mis futuros compañeros con sus trajes impolutos y sus peinados pijos. Quise saltarme la primera clase pero la imagen de mi padre abrazándome me lo impidió. Tragué la palabrería del profesor durante 60 minutos y me dirijí a la clase de tiro.
No tardé ni cinco minutos en vaciar el cargador. Todo en el blanco. Sonreí para mi mismo mientras el resto de los compañeros me miraban asombrados. Silvia, la hermana de Lola, me miraba tímidamente tras la mampara de cristal. Que no se me acerque esa sosaina pelirroja que le doy... No la soportaba. Era igual que su padre Don Lorenzo. Tal para cual.
Volví a ponerme los cascos y cargué el arma. De repente, alguien puso su mano en mi hombro y me giré con brusquedad. Era mi padre. Y estaba junto a Silvia que no parecía caber en sí misma de gozo.
- Lucas, tenemos que ir al hospital ahora mismo.
- Pero, ¿ha pasado algo? mamá está bien?
- Es Lola! - gritó Silvia- se ha puesto de parto hace poco más de una hora!! La niña está a punto de nacer! Mi Cristina está en camino, voy a ser tía!!!
- ¿Cristina? De donde has sacado es nombre Silvita? No me seas ridícula... -contesté.
Mi padre se interpuso entre los dos.
- Vamos chicos, no os peleéis, ya he hablado con vuestro tutor y os deja salir. Démonos prisa.
En un momento me olvidé de todo. De la Academia, de la Magnum que pensaba comprarme nada más tener la licencia, de la policía.. Sólo pensaba en la pequeñaja que iba a traer Lola al mundo... Mi niña... Mi Sara.
- ¿Qué estás diciendo imbécil? - oí que me gritaba Silvia en el coche de camino al hospital- Estás pensando en voz alta o qué? La niña se llamará Cristina porque lo digo yo y punto.
- Lo que tu digas zanahoria - contesté con la consecuencia de recibir un codazo en las costillas.
Llegamos al hospital en un suspiro. La sirena hizo bien su trabajo. Corrimos hacia la planta de maternidad y ahí estaba Paco, sudando como nunca acompañado de mi madre, Mariano, Don Lorenzo y Marisa, la madre de Lola.
Apenas podía articular palabra. Abracé con fuerza a Paco y deambule por el pasillo del hospital esperando noticias. Pasó una hora, dos, dos y media... y el doctor salió a nuestro encuentro con una gran sonrisa en los labios.
- Es una niña preciosa, rubia y muy buena. Pueden entrar a verla.
Me quedé paralizado en el umbral de la habitación mientras el resto entraba a tropel hasta acercarse a la pequeña. Me atuse el pelo con ambas manos y respiré hondo. ¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Por qué sentía esa opresión en el corazón? ¿Qué tenía esa niña que acababa de nacer que provocaba esta sensación en mí? Las piernas me temblaban y apenas podía caminar. A duras penas entré poco a poco a la habitación. Lola tenía a la niña en brazos mientras todos alrededor la miraban como pasmarotes. Me mantuve a cierta distancia pero Lola no tardó en darse cuenta.
- Lucas, cariño, ven aquí, anda... no tengas miedo, que no muerde, ven...
Me acerqué a la cama y Lola me entregó con cuidado a la pequeña. Contuve la respiración mientras el resto de los presentes me miraba con envidia. La estreché contra mi y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Tenía el pelo rubio, casi transparente y la piel blanca como la nieve. Mantenía los ojos cerrados víctima de un profundo sueño... mientras sus manitas descansaban cerca de mi pecho. Era preciosa. Las voces y sonidos del resto se apagaron a mi alrededor.
- Hola Sara, hola Sarita, mi princesa... - susurré lo más bajo que pude.
La pequeña abrió los ojos y me miró. Tenía los ojos más bonitos del mundo y me estaban mirando a mí. El corazón comenzó a palpitarme tan fuerte que temí que se me saliera del pecho... Sus pequeñas manitas sujetaron mis dedos y los estrechó con fuerza mientras me dedicaba lo que me pareció que era una sonrisa. Me sentí el hombre más feliz del mundo.
- Vaya -dijo Lola- creo que después de darme la brasa durante meses Lucas se va a salir con la suya.. Durante todo el embarazo no has parado de decirme: "si es niña se tiene que llamar Sara", "Oye, Lola, que es que se tiene que llamar Sara"...
- Pero Lola, que se llame Cristina que es más bonito mujer... - contestó Don Lorenzo con la venia de Silvia y el resto del grupo- ¿No lo habíamos acordado así?
- Sí cariño - añadió Paco- se llamará Cristina que mi madre ya le ha hecho hasta baberos con su nombre.
La niña seguía quietecita, mirándome y tocándome con sus manitas. Mi Sara, mi niña... en ese momento supe que algo me uniría a ella de por vida.
- No se hable más! - gritó Lola- La niña se llamará Sara y punto! Además, parece ser que le ha gustado su nombre, casi tanto como Lucas!
Miré a Lola y la sonreí con lágrimas en los ojos. Acerqué mis labios hasta la frente de la pequeña Sara y la besé con dulzura antes de devolverla en brazos de su madre. Para asombro de todos su llanto comenzó a llenar la habitación cuando apenas la había alejado de mi cuerpo.
- Shhh, ya está Sara, shhh ¿has visto que chico tan guapo y como te cuida? Sí... claro.. Tu amiguito Lucas va a cuidar de ti muuuy bien, y te va a querer mucho...
Miré a Sara mientras buscaba el pecho de su madre y lo supe:
La querría y cuidaría hasta mi muerte.
FIN
Hay dos imágenes de la serie que me han hecho escribir esta breve historia. Son de mis preferidas...
Capítulo 10, Primera temporada. La mafia calabresa.
Lola y Sara en casa.
-¿Sabes por qué te llamamos Sara? Porque se empeñó Lucas. Se pasó todo el embarazo diciendo "Si es niña se tiene que llamar Sara", "Oye, Lola, que es que se tiene que llamar Sara". Total, que cuando naciste, ya no te podíamos llamar de otra manera.
-Ah, ¿sí?Sonríe, ilusionada.
-O sea, que me llamo Sara, por Lucas.
-Así que no entiendo porqué te has encaprichado de él, hija mía. Porque es que podría ser tu hermano.
-¿Pero qué dices, mamá? Pero si no me he encaprichado de Lucas. Yo... ¿por qué me dices eso?
-Porque no comes. Porque le miras con ojitos de carnero degollado. Porque lloras cuando dice que entre vosotros no puede haber nada nunca...
Sara baja la mirada.
-Porque soy tu madre, Sara. A mí no me puedes engañar.
-Bueno, vale, ¿y si me he enamorado de Lucas, qué pasa?
-¿Como que qué pasa? Pues que no puede ser, que es tu tío, que ha estado casado con mi hermana, y que te lleva casi veinte años.
-Mamá, que ya no es mi tío. Se casó, se divorció, y ahora está soltero. Y todo el mundo tiene un pasado, ¿no?
-¿Pero no te das cuenta de que vas a sufrir muchísimo tú y toda la familia?
-¿Pero por qué? ¡Que no es ningún capricho!
-Vamos a ver, Sara, corazón mío. ¿No te das cuenta de que con dieciséis años es muy fácil que te deslumbre alguien mayor que tú? ¿Que pienses que es el amor de tu vida? Pero cuando pasen unos años, pues te vas a reír de eso. Anda, cariño, no hagas nada de lo que luego puedas arrepentirte. Porque si no...
-Si no, ¿qué, mamá? ¿Me vas a prohibir que le quiera? No puedes. Y vale que ahora soy menor de edad, pero no lo voy a ser siempre.
-Mira, no le voy a decir nada a papá, para no darle el disgusto. ¿Pero sabes lo que haría papá si se enterara?
-Me da igual, mamá. Me da igual que se lo digas a papá, o que lo publiques en los periódicos, me da igual. Yo le quiero, y sé que antes o después, vamos a acabar juntos.
Se levanta y se va a su habitación.
Primera temporada: Sin tregua
-Mira, se me ha caído cinco veces al suelo, le han atropellado dos camionetas, y el bebé oye, tan ricamente.
-¡Que sí! Que ya sé que cuidas perfectamente del bebé. Lo que pasa es que me da muchísima pena que ya no seas pequeña. Eras tan rica y tan chiquitina y... Todo el día a carcajada limpia, la alegría de la casa.
-Ya, ¿y qué? Que ya no me río, ¿no?
-Sí, sí que te ríes. Te ríes cuando estás con Lucas. Es que ayer os ví a los dos con el niño y... me dio un vuelco el corazón... Igual tu padre y yo nos estamos equivocando, no sé, te estamos prohibiendo que seas feliz. Yo no quiero ser el palo en la rueda, cariño, así que... tú sabrás con quién quieres estar.
9 comentarios:
Alguien me podria concretar como se llama el capitulo en el que sara esta en el coche con lucas... no el de la carrera si no el otro
GRACIASSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!!!!
BESiTosSsSs!!!!!
LuCaS&SaRa/L
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OLa mylo !! Cada vez que entro en tu blog me sorprendo más .Que bonito comienzo de vida de sara , ya estaba ella en los brazos de Lucas . Están echos el uno para el otro y eso nadie lo puede cambiar.Bessooosss !!
susi
Precioso el relato, no podia ser de otra manera, eres única Mylo. Besos, Yoly
En la revista DIEZ MINUTOS ponía esta semana que Laura Sánchez haría el papel de espía en la serie.
No sé por donde irán los tiros con ella esta vez.
Un beso y que sepas Mylo que estoy enganchada a tu página.
Mylo que bonito texto!!Sabes?A mi me encanta recordar estos momentos tan especiales entre nuestra parejita, supongo que como a todos, y precisamente ayer vi uno de los capitulos de los que hablas, La Mafia Calabresa...y ahora llego aqui y leo este maravilloso relato ufff!!!!
Precioso de verdad!!!
Un besazo!!!
Preciosoo!!Como sabes sorprendernos cada día más..
Un Besitoo
(mara:)
ohh mylo.. qué texto más lindo!
me ha encantado.. me he emocionado, te lo juro ehh..
es que me he imaginado la situación.. ahi.. solos, sara y lucas.. es el destino..es su destino.
precioso..
si es que no cabe duda de que como ellos dos, nadie puede sustituirlos. Nadie.
situss...
/mara_2219
Jo Mylo, cada vez que entro en el blog y leo algo, me pones los pelos de punta.
Qué gran historia, ha sido precioso leerlo e imaginarlo a la vez. Muchos guionistas podrían aprender de la reina del blog, eso son historias y diálogos.
No podía ser de otra manera, estabab predestinados a ser uno.
bssss, María
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