Sentidos

El hombre y la mujer cuentan con cinco sentidos. Vista, oído, olfato, gusto y tacto.
Cada miércoles, cuando me sentaba frente al televisor sobre las 21.55 de la noche, acercaba mi butaca preferida a dos metros de la pantalla, cogía mi cojín y preparaba mi cámara de vídeo por si pasaba algo "interesante" entre mi Lucas y mi Sara. Me aferraba al almohadón como si de ello dependiera mi vida y no quitaba ojo de la pantalla. Mis cinco sentidos estaban puestos en ese pequeño electrodoméstico que, durante hora y media, me iba a proporcionar la felicidad absoluta e iba a conseguir, por única vez en toda la semana, que mi encefalograma estuviera más plano que la route 66. Entonces, sólo mi corazón y mis sentidos estaban alerta. El órgano vital latía con ritmo y a cada palabra, cada gesto, mi cara mostraba muestras de satisfacción o tristeza. En los anuncios, corría a la cocina a coger una cerveza o a prepararme un sandwich, alzaba el volumen y en cuanto salía la propaganda de "x patrocina esta serie", corría de nuevo a la butaca y volvía a aferrarme a mi cojín con el corazón latiendo a mil por hora.

Por desgracia, esto que os cuento ya no me ocurre... Ahora sí, me siento sobre las diez en la silla y me acurruco en mi almohada, tengo la cámara a mi lado pero hace semanas que ni la utilizo. Voy a la cocina sin correr y si empieza pues, tampoco me importa, ya lo oigo desde allí. Ahora mi cara es un poema. El rictus está inmóvil. Quizás aparece una leve sonrisa "joer Lucas pareces de las juventudes hitlerianas coño! (Paco)" juajuajua, pero ya está. JUA.

¿Qué me ha pasado? ¿Qué está ocurriendo? Me pregunto cada día... Lo juro, cada día. No sé si es que conozco al dedillo el mundo de la televisión, porque llevo desde que tengo uso de razón empapándome de todas y cada una de las series que han emitido, tanto nacionales como internacionales, porque he estudiado Comunicación Audiovisual, o, lo peor, que me he aburrido de los Hombres de Paco. No lo sé, no tengo ni puñetera idea. Lo que sí sé es que ya no siento lo mismo. Es como el amor... Se acabó de tanto usarlo, dicen... Puede que sea eso. He amado tanto esta serie que cuando la han cambiado tanto ya no la conozco, no la reconozco... Es como si cada miércoles tuviera una cita con un extraño. ¿Alguien me entiende? Demasiados personajes, demasiadas tramas, demasiados líos, demasiada publicidad... es DEMASIADO. Y, de corazón, prefiero la serie de antes, esa hora y media de risa floja llena de humildad y personajes tan bien hechos que parecían reales. Sé que me repito más que el ajo pero esto me duele tanto que ya no sé que hacer. Estoy perdida y si no fuera porque Lucas y Sara se merecen TODO, ya apenas tendría fuerzas para seguir escribiendo. Menos mal que estáis siempre ahí, apoyándome. Milgracias. Os quiero mucho a todos. De corazón.